sábado, 19 de julio de 2014

El principito y el Zorro.


Entonces apareció un hermoso zorrito. -Buenos días- dijo el zorro. - Y, ¿Qué tienen de buenos? - respondió el principito. - Que estoy aquí, feliz bajo un manzano - dijo el zorro sobando su lomo contra el tronco del árbol.

Ven a jugar conmigo - propuso el principito. ¡Estoy tan triste!... -No puedo jugar contigo príncipe, no estoy domestiamado. -Ah, perdón. Y ¿Que es domestiamar? -No eres de aquí-dijo el zorro. ¿Qué buscas príncipe? -Yo busco a los hombres-. -Pero los hombres tienen fusiles, y son muy molestos y todo lo que quieren son gallinas, y tu hueles como un ser vegetariano-.

-¿Buscas gallinas?- preguntó el zorro alzando la ceja derecha. -No, busco amigos-. Acto seguido el principito preguntó: -¿Qué significa domestiamar?-. -Es una cosa demasiado olvidada- dijo el zorro. Significa ''Crear Lazos''. -¿Crear Lazos? - Sí - dijo el zorro. Para mí no eres todavía mas que un muchachito igualito a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito, y tu tampoco me necesitas. No soy para tí mas que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...

-Empiezo a comprender- dijo el principito-. Hay una flor... Creo que me ha domesticado.
-Es posible- dijo el zorro-. ¡En la tierra se vé toda clase de cosas...!
-¡Oh! No es en la tierra- dijo el principito. (El zorro pareció muy intrigado)
-¿En otro planeta?- preguntó el zorro abriendo los ojos al máximo.
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Es interesante eso! ¿Y gallinas?
-No.
-No hay nada perfecto- suspiró el zorro.
Pero el zorro volvió a su idea:
-Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡Mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tu tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡Será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de tí y tu cabellera. Y amaré el ruido del viento en el trigo...

El zorro calló y miró al principito por un largo tiempo.
-¡Por favor..., domestíamame! - dijo.
-Me gustaría -respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Solo se conoce a quienes se domestiama dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo ¡Domestiámame! 
-¿Qué hay que hacer?- dijo el principito.
-Hay que ser paciente- respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente volvió el principito.
-Hubiese sido mejor venir a la misma hora- dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto;¡Descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora , nunca sabré a que hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios. 
-¿Qué es un rito?- preguntó el principito.
-Es también algo demasiado olvidado- dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. El jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es, pues, un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

Así el principito domestiamó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah!...-dijo el zorro-. Voy a llorar.
-Tuya es la culpa- dijo el principito-. No deseaba hacerte mal, pero quisiste que te domestiamara...
-Sí-dijo el zorro.
-¡Pero vas a llorar!-dijo el principito.
-Sí- dijo el zorro.
-Entonces no ganas nada.
-Gano-dijo el zorro-, por el color del trigo. Luego, agregó: -Vé y mira nuevamente las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adios y te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver nuevamente las rosas:
- No son en absoluto parecidas a mi rosa; no son nada aún-les dijo-. Nadie las ha domestiamado y ustedes no han domestiamado a nadie. Son como mi zorro. No era mas que un zorro semejante a cien mil otros zorros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo. (Y las rosas se sintieron molestas)

-Son bellas, pero están vacías- continuó-. No se puede morir por ustedes. Si duda que un transeúnte común pensaría que mi rosa se parece a ustedes. Pero ella sola es mas importante que todas ustedes, puesto que ella es la rosa que he regado. Puesto que ella es la rosa que puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa que abrigué con un biombo. Puesto que es ella la rosa a la que escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Porque ella es mi rosa.

Y volvió hacia el zorro:
-Adiós-dijo.
-Adiós-dijo el zorro. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.


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